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sábado, 31 de agosto de 2013

Relato: Camino de regreso

Para poder leer bien dar clic en la foto. 
En todo caso el relato está abajo.
Relato, fotografías e ilustraciones: Lady Marie Steam.





Hay varios momentos en la vida en los que no sabes ni donde meterte, ni que hacer, ni que decir, ni como actuar. Te sientes como en una jaula de barrotes ardientes y lo único que intentas es gritar y gritar... pero esos gritos se quedan sordos; abres la boca y de lo más profundo de ti no sale nada.
No quieres pedir ayuda, no quieres recibir ayuda, no quieres nada. Tus ojos arden pero no quieres permitirles refrescarse con lagrimas saladas, sientes que ni mereces eso.
Los golpes, uno tras otro, te azotan con látigos de ocho colas y en cada extremo tienen pequeños diamantes en punta que rasgan tu piel hasta dejarte desangrado. Te observas en el espejo y solo ves sufrimiento consumiendo tus entrañas.
¿Hay algo más después de esto? No puedes ni quieres pensarlo porque solo de pensar en un futuro no muy lejano sintiendo este dolor es una amargura aun mayor.
Y cuando intentas salir de esa jaula de barrotes ardientes, sientes que tras haberte quemado para abrir la puerta colocan ante ti una alfombra de clavos. ¿Más sufrimiento?
Retrocedes a tu jaula puesto que no quieres andar por esa alfombra, sabes que duele, que te va a doler como nunca y no tienes suficiente valor como para hacerlo.
Pasan días, semanas, quizás meses y sigues en la jaula; en algún momento tendrás que salir de ella ¿no crees?. Pues cuando sales de la jaula y sientes los clavos en tus pies, gritas y esta vez puede oírte todo el mundo y quizás ese sea el momento en el que alguien pueda ayudarte... o no. Cuando vas a mitad de ese absurdo camino de clavos piensas en todo el dolor que has sufrido antes de estar en esa asquerosa alfombra de clavos y no haces otra cosa mas que caer y clavarte los clavos en todas las partes de tu cuerpo, y sobre todo en el corazón. El corazón te sangra por todas sus partes y no sabes como parar la hemorragia que te hace ahora más débil.
Y te quedas allí tirado durante un tiempo indefinido, oculto para ti.
Sigues intentando gritar y ahora lloras con las pocas fuerzas que te quedan, y no son curativas, para nada, queman como mil infiernos.
Todo tu cuerpo arde, como si estuvieras en un infierno próximo, quizás tu infierno interior.
Gritas y gritas, escuchas el eco de tus gritos y eso provoca punzadas lastimosas. No vas a pedir más ayuda.
Observas tus manos y toda la sangre que las cubren muestran un mensaje tan oculto como esperanzador pero no sabes leerlo, no aun, es muy pronto para eso.
Recoges todas las fuerzas que te quedan y consigues levantarte.
Primer paso conseguido.
Observas el infinito horizonte y ves que los clavos van desapareciendo poco a poco y la alegría entra en un pequeñísimo trozo de tu alma sangrante.
Andas hacia ese horizonte lleno de varios galimatías y cuando creías que podrías alcanzar la luna, poseerla y reconfortarte de ella y su frescor, esta torna a sol y quema tu cara y manos.
Vuelves a gritar y a caer, y sientes que este es tu gran momento. El momento que nadie quiere ver venir; la dulce dama de la muerte.
Ella te mira con ojos frescos y dulzones, y quieres sentirla en ti. Ella sonríe y todos tus miedos y preocupaciones terminan con ese gesto. Ella te tiende su mano y sabes que no puedes decir que no. Sientes un magnetismo muy atrayente.
Por fin, tras todo este tiempo en tu infierno interior ves la salida del Averno y no puedes ser más feliz.
Pero algo sucede, siempre sucede algo que hace que esa sonrisa se borre de tu demacrada cara, la bella dama aparta la mano cuando tu se la extiendes a ella y su sonrisa torna a sorpresa.
Ella te susurra algo al oído y te deja tendido en el suelo, con la puerta entreabierta hacia tu libertad.
Ves la luz y oyes el sonido de los pájaros tras esa puerta enorme y sabes que ahí es donde tienes que ir.
Debes levantarte o ella regresará por ti. Te lo repites para ti mismo una y otra vez.

Tienes que levantarte o ella volverá”
Tienes que levantarte o ella volverá”
Tienes que levantarte o ella volverá”
Tienes que levantarte o ella volverá”
Tienes que levantarte o ella volverá”
Tienes que levantarte o ella volverá”
Tienes que levantarte o ella volverá”

Te levantas como puedes y coges el pomo de la puerta, ya sientes todas las buenas sensaciones que existen en este mundo y no puedes evitar echar un vistazo atrás.
Ves todo lo que has recorrido y no puedes sino sonreír a ese oscuro pasado. Ves las marcas de movimiento dejadas por tu sangre, ves los clavos y ves la sangre que has dejado en ellos y al final del camino ves aquella jaula, la jaula que tu mismo creaste, en la que te encerraste y de la que tanto te costo salir.
Recuerdas que tu mismo la forjaste, que tu mismo cerraste con llave esa jaula y que tu mismo pusiste las llamas que la completaban.
Sonríes y no piensas en volver.
Terminas de abrir la puerta y de nuevo sales al mundo real, sabiendo que al menos este camino ya lo conoces y que no volverás a caer en el jamás.


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